Una pregunta quedó repicando en mí desde el día que Pía la hizo en una clase del Eddi de Ambientes de Aprendizaje: ¿Por qué hay tan pocos espacios públicos cubiertos?
Todo surgía a raíz de un recorrido por el tema “Las plazas, Los parques” como ambientes de aprendizaje que hicimos en dicha instancia curricular del Profesorado de Educación de Nivel Inicial. Y quisiera aclarar que digo “espacios públicos cubiertos” y no “espacios recreativos públicos cubiertos” porque, tratándose del tema que nos convoca: la educación como amplio término que excede lo puramente escolar, creo que la palabra recreativo sería redundante y/o restrictiva. Los niños no separan la recreación del aprendizaje, somos nosotros los adultos con nuestras categorías los que hacemos esas diferencias, los niños aprenden mientras se recrean y se recrean mientras aprenden. No sólo tienen vocación de aprender, sino que no pueden evitarlo.
Y entonces empecé a devanarme los sesos, traté de recordar si alguna vez había ido a algún lugar cubierto, de entrada libre, como las plazas o parques de la ciudad, pero que fuera cubierto, dando lugar a que uno pudiera ir aunque lloviera y aunque hiciera 2 grados bajo cero de sensación térmica, o 40 grados de calor...Divaga mi mente por esta ineptitud térmica de los seres humanos, que para sentirnos bien y cómodos necesitamos un rango de temperatura de entre 15 y 30 grados centígrados. .. pero bueno, esa es una variable “dura” que no podemos cambiar.
Y por supuesto, pensé en los Museos, inmediatamente me invaden imágenes de enormes guardias ceñudos haciendo sshhhh con el dedo índice sobre la boca, o niños y adultos caminando en puntintas de pié, sigilosos, más preocupados en no romper las reglas del lugar que en disfrutar de la obra ante sí, o alarmas sonando en consecuencia del comportamiento de algún “desubicado” que no entiende que el patrimonio que albergan los museos no es apto para el “revoltosismo” característico de la infancia. Después recordé algunas cosas un poco más benignas, como que en el Museo de Arte Popular José Hernandez nadie le había llamado la atención a mis hijos por correr alrededor de una escultura encerrada en una caja de vidrio, o la hermosa tarde que pasamos en el Museo del Juguete este pasado Día del Niño, o cómo se habían divertido en el arenero arqueológico del Museo de Ciencias Naturales . Entonces voy en camino de una reconciliación con los Museos como bellos espacios públicos… pero en el fondo me queda esta sensación extraña, que tiene que ver con algo así como un mensaje implícito en la mayoría de los museos que dice : “te dejo ver, pero no sólo no lo podés tocar, no te podés ni acercar”. Mensaje que considero muy poco acorde a la lógica infantil de integrar las percepciones, de vivir cada momento con el cuerpo, la mirada y el alma integrados. Así de integrales son los niños… así de íntegros.
Pero bueno, dejemos a los museos en paz, y pensemos en otro espacio público cubierto : los Hospitales, las Escuelas. Estos son espacios públicos también pero no hablemos de entrada libre, porque si uno no es alumno, pariente de un alumno, empleado de la institución, enfermo o pariente de un enfermo… no entrás. Así que quedan descartados también como “lugares de interés infantil”. Ah! qué buena categoría! me gustó. Podríamos diseñar un logo para que aquellos que cumplan con los requisitos de los “lugares de interés infantil” puedan pegar en su vidriera, colgar de un árbol, del techo o publicar en su página de internet. Después vemos cómo hacemos para ponernos de acuerdo con respecto a los requisitos. Pero no creo que el silencio o la parálisis corporal pretendidas por algunos espacios sean parte de ellos.
En definitiva no contesté aún la pregunta inicial, ni siquiera comencé a abordar el tema del ¿por qué?
¿Por qué hay tan pocos espacios públicos cubiertos?
Quizás porque el gasto y el mantenimiento que implican los lugares techados son demasiado elevados como para malgastarlo en lugares donde niños, niñas, familias, amigos y amigas, en definitiva “gentes”, compartan tiempo ocioso o lúdico como se hace usualmente en las plazas y parques… quizás porque sigue instalada en la sociedad esta idea que aquello que no es productivo tampoco es útil… quizás porque a nadie se le ocurrió… quizás porque nadie lo pidió… quizás porque muchos no conocen el Tríptico de la Infancia en Rosario… quizás, quizás, quizás.
Y luego de este pequeño devenir de reflexiones llego a la conclusión de que es otra la pregunta que me gustaría plantear. ¿Necesitamos/queremos espacios públicos cubiertos?
De más está decir que yo sí, y sobre todo que éstos puedan llevar el logo de “Lugares de interés infantil”
Comentarios y críticas siempre bienvenidos.
Mq